
Un día su padre mientras la veía jugar con el trenecillo se limitó a escucharla, y escuchaba como subía pasajeros al tren y les decía " a ver preparen sus pasaportes" y veía como ella le ponía la mejilla a los pasajeros ficticios a los que se los pedía. Y decía "adelante y agárrense". Después emitía un sonido como de trompetilla que a su padre se le caía la baba...
Miguel conmovido le preguntó que a qué jugaba.
Ella después de emitir otro pitido, lo miró y le dijo:
-Pues hago lo mismo que tú...conducir un trenecillo.
-¿Pero y el pasaporte?- Replicó el padre.

-Papá, yo hago como tú, tu transportas minerales que parecen que no sirven mientras los transportas pero cuando llegan a su destino se convierten en materiales muy valiosos para la humanidad.
Yo subo a pasajeros soñadores en el tren con sus valiosos sueños, entonces les pido su pasaporte para que sus sueños lleguen a buen destino. Sus pasaportes son un beso en mi mejilla...entonces yo miro al mar y se si son pasajeros que pueden montar en mi trenecillo. Después los voy dejando en sus paradas y regreso a casa a sabiendas que hago un buen trabajo.
El padre atónito le dijo que él cuando ella nació ya se había montado en el trenecillo que ahora ella conducía.
Ella simuló un pitido de trenecillo minero al igual que lo hizo cuando tenía dos años e invito a su padre a dar otra vuelta.
Precioso. Sus descripciones son tan precisas que hasta veo esos colores, puedo escuchar a Trompetillas y hasta sentir el amor que hay en su relato. Es usted todo un conductor de sueños.
ResponderEliminarGracias...escribir y que guste si que es un doble sueño...no sabe como me hace soñar lo que dice...
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